
Por Rosa Inés Babilonia Ballesteros
Mientras el rocío de la mañana caía sobre su cabello, una luz suave y apacible me dejaba contemplar su poesía.
Esos ojos color miel se mezclaban perfectamente con el brillo de su sonrisa. Mientras la luz, suave y apacible me dejaba contemplar su poesía.
Su poesía… esa mezcla de versos y rimas que emanaban de la contemplación, sólo llenaban el deseo manifiesto de posar eternamente en él.
Su poesía era dulce y firme, a veces escurridiza e indiferente, pero cuando descubría su mirada sobre mí, confirmaba el ardiente deseo de su ser de tomarme como un verso y rima en cada amanecer.
Mientras la luz, suave y apacible me dejaba contemplando su poesía…