El Mercadito Central

El Mercadito Central

 
Por Martín Pérez Peñata
 

Amanece en Montería y decenas de personas toman sus bicicletas, sus motos o simplemente se ponen sus zapatos predilectos. Agarran sus herramientas de trabajo para librar una ardua jornada laboral a lo largo del día. Desgranan las primeras horas de la mañana, el alba despierta a muchos, pero otros ya se han despertado con el alba y corren con él hasta que los primeros rayos de sol impactan el rostro de aquellos que, desde antes de las cinco de la mañana, ya están armando sus puestos, escrutando las verduras y ofreciendo sus víveres.

 

En este sitio mágico, a lo mejor olvidado por algunos y recordado por otros, se respira el aire tradicional en cada uno de sus rincones. El Mercadito, famoso ícono de Montería, ubicado en la Calle 36 con Avenida primera, abre sus andenes a todos los transeúntes que entre sus puestos busquen aquel palote de madera, animales para los festines del momento, artesanías para obsequiar a los turistas y familiares oriundos de otras partes pero que están enamorados del arte local, entre otros artefactos y suvenires de origen departamental.

 

En un lugar donde el transcurso de la vida pasa con tranquilidad y calma, en el que la cultura es cuestión de todos los días y toda la vida y en el que cada artefacto susurra, la historia que hay detrás de él; el rostro de las hermanas Osorno Bolívar se ilumina con los primeros rayos de sol que anuncian la víspera del día ofreciendo a turistas y locales un pedacito de la cultura cordobesa en sus artesanías y utensilios de cocina.

 

En conversación con la hermana mayor, Ana Eloina Osorno Bolívar, nos transportamos a los tiempos remotos del mercado, conocimos detalles de aquellos tiempos de antaño que las hermanas Osorno Bolívar recuerdan con regocijo. En la actualidad, la señora Ana Eloina tiene 74 años, y desde hace 56 años el mercado se convirtió en un lugar para exponer y comercializar los productos que, desde Sahagún, Córdoba, y otros municipios del departamento, llegan a su local. Yo llegué aquí cuando tenía 18 años, menciona la señora Ana Eloina, comencé vendiendo mantequilla, suero atolla buey; eso se vendía mucho.

 

Con el inevitable paso del tiempo, y la urbanización acelerada de la ciudad, el mercado, poco a poco, fue perdiendo la afluencia de aquellos años, pasando así a ser un lugar menos frecuentado por los transeúntes. La señora Eloina le atribuye esto a los nuevos y abundantes supermercados que emergen en los barrios. Los sábados la gente venía a hacer mercado. Como esto se ha actualizado, ya hay mercado donde sea; hasta en los barrios. Una parte de la gente venía de los pueblos y otra era de aquí de Montería.

 

Aunque la escasez de personas es evidente en esa zona de la ciudad, la señora Eloina afirma que aún hay quienes no pierden las viejas costumbres de ir hasta el mercado a por esos productos, como ella misma lo menciona, autóctonos de Córdoba, como escobas de varitas, rayadores de coco, cucharas de palo, jaulas para aves, yerbas y plantas medicinales, entre otros artículos. Cuando la gente viene, siempre, siempre se llevan la de madera (cucharas). Está el molinillo, el palote, las cucharas de madera, las cucharas de palo, las de totumo, que son las más grandes.

 

Por otra parte, la señora Sandra Osorno Bolívar, hermana de Ana Eloina, emprende en el mercado con artesanías que van desde cucharitas de palo hasta grandes canastas hechas a base de cepa de plátano. Asimismo, en su local se puede encontrar una variedad inmensa de artesanías hechas con recursos que le da la naturaleza a los artesanos que elaboran estas hermosas piezas. Empleando plantas como la iraca, las eneas, totumo, napa, entre otros recursos.

 

Desde sus inicios, el cambio en el mercado ha sido notorio. Anteriormente, el mercado albergaba todo tipo de negocios y ventas como verduras, carnes, y tubérculos. No obstante, según relatan las hermanas Osorno Bolívar, todos estos locales de víveres y carnes frescas se han trasladado al otro lado de la ciudad, al Mercado del Oriente. Antes aquí vendían yuca, plátano, todo, pesca’o; todo. Y ha quedado todo lo que es mueblería y unos tres o cuatro restaurantes, indica la señora Osorno Bolívar entre gratos recuerdos que tiene de aquel mercado concurrido de los años 2000.

 

Entre conversaciones triviales y la popular jerga que caracteriza la lengua del pueblo, esta matrona recordó un hecho que marcó a todos los comerciantes del icónico Mercadito: un fortuito incendio que tuvo lugar en el año 2019. Según narra Ana Eloina, este incendio se dio debido a las chispas que emanaba una estufa de un local cercano al de ella y debido al silencio de la administradora del local ante el inicio del incendio. Esto se pudo haber evitado (…).  Pero ella se quedó callada y recogió sus cosas y se fue…, menciona la señora Ana Eloina evocando aquel día en que las ráfagas de humo convirtieron un día fresco en un día sórdido y gris.

 

El incendio dejó grandes pérdidas materiales. Entre ellas, mercancía que reposaban en los locales contiguos al lugar de la conflagración y severos daños en la estructura los establecimientos que fueron alcanzados por las llamas. Sin embargo, hoy en día, e incluso en los tiempos del Rappi y entregas a domicilio, hay quienes siguen visitando este lugar quizá por nostalgia o por preservar los recuerdos que anhela la memoria de aquel mercado que alberga grandes historias y artesanías emblemáticas.

 

Así que, si andas buscando un lugar en donde el arte hecho a mano, con recueros naturales y utensilios de cocina, puedes echarte la caminadita por el Mercado. Todo lo relacionado con las artesanías puede ser encontrado en el local de las hermanas Osorno Bolívar.

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