Relatos de etnobotánica

Relatos de etnobotánica

Por Rosa Inés Babilonia Ballesteros

 

Resulta algo complicado tratar de reducir en unas cuantas letras el significado relacional de la vida que experimentó Alonso Benjamín Segura Delgado en el bajo Sinú. Empezaré diciendo que él se inventó esa idea del “Padre de familia dentro del colegio” y fue así como lo conocí. Mi primer curso de Metodología de la Investigación fue impartido en el Liceo Politécnico del Sinú por el profe Alonso. Si mi memoria no falla, esa aventura la empezó tiempo después de su jubilación. Decía que había tiempo y vida suficiente para transformar al Liceo Politécnico del Sinú en el epicentro de formación de una generación integral, que emplearía la ciencia con sentido humanista ambientalista para fortalecer la identidad regional, la cultura e idiosincrasia de los sinuanos. Él siempre decía que nosotros habíamos nacido para grandes cosas y que se encargaría de empujarnos para lograrlas.

 

Lo recuerdo como lector y escritor. Él me enseñó a organizar mis propios libros tras fotocopiar cientos de textos que compilaba en su biblioteca personal. No había forma de detener su permanente interés por adentrarse en literatura tan diversa y especializada. Su biblioteca era fascinante, siempre al día con los libros de estadística, física, biología, ecología, compilaciones de miles de artículos que encontraba en revistas especializadas de la web y que luego los imprimía para releer y compartir.

 

Alonso Segura siempre fue un ser humano noble y servicial. Su genética espontánea de la bondad se fue gradualmente incorporando en los estudiantes que tuvimos la grata bendición de tenerlo como orientador y profesor. De él destacaría muchas cualidades, pero la más especial, al menos para mí, era su entusiasmo contagioso. En su léxico tan particularmente sinuano-cordobés-costeño y sus cientos de refranes era recurrente la frase “Todo sucede para bien”. Puedo afirmar que después de la muerte temprana de mi papá, él asumió conmigo un rol paternal de alto nivel. Además de acompañarme en las decisiones académicas, era especialista en leer el alma de las personas que le eran cercanas.

 

Poseía un espíritu libre, siempre andando y caminando. Recorría Santa Cruz de Lorica de extremo a extremo pasando a ver a su gente, a sus amigos, a sus compadres y comadres. Cuando llegaba a nuestra casa siempre decía que, si el fogón estaba apagado, era porque en la casa no había ánimo suficiente. Además, su requerimiento especial con “el tin-tán” (manera en la que solía referirse a un café recién hecho) jamás pasaba desapercibido. Disfrutaba muchísimo conversar con él, compartir algunas ideas de investigación, hablar de caminos y formas de superar dolores y enfermedades. Era mi amigo. Un hombre que me enseñó muchas cosas.

 

Además de entender la importancia de la formulación de hipótesis en la investigación científica, él tenía una manera especial de combinar nuestros gustos e intereses y perfilarlos en el ámbito académico. Nunca me habría imaginado que leer algunos libros que él me sugirió en el grado 11, servirían tanto para elegir la vocación y el oficio a ejercer. Estaba atento a los talentos excepcionales que poseían los demás. Él admiraba mucho las capacidades y habilidades tan específicas que sus hijos habían desarrollado, así que gracias la inspiración que él y su familia -en especial, su esposa Amelia- provocaron en mi vida, pude continuar mis estudios hasta el nivel doctoral.

 

Al profe Alonso le gustaba comer el pegado del arroz; el cabeza’e gato; preparar arroz con hoja de yuca; hacer sopas poco comunes con algunas plantas de su jardín. Siempre nos recibía en su casa con un tinto hecho en cafetera italiana, con la medida de agua, café y azúcar precisas. Alonso Segura era un ser humano excepcional. Era muy prudente y sensato al hablar. También era imperfecto, como tú y yo. Muchas veces se aventuró a materializar ideas que eran muy avanzadas para el momento histórico en el que vivió. Siempre veía más allá de lo que los demás podrían dimensionar. Para mí él era profeta. Era un hombre que conocía a Dios, pues siempre miraba con ojos de amor y bondad. Nunca pude verlo enojado o frustrado, esas emociones las liberaba a través de los viajes, los recorridos en bicicleta y el salir a caminar. Era de amplio corazón, muy bondadoso y noble.

 

De sus habilidades intelectuales puedo mencionar su inteligencia y asertividad comunicativa, tanto de manera verbal como escrita. El profe Alonso apoyó la elaboración de tesis y proyectos de investigación de muchas personas. No tengo idea cómo lo hacía, pero escribía en las madrugadas y leía todo el día. Tampoco se puede olvidar su amor por la etnobotánica. Creería que a través de las plantas y sus poderes curativos él podía articular los distintos saberes: química, geografía, física, ecología, estadística, lenguaje, matemáticas, biología, geología, ciencias políticas, entre otros. Era poseedor de una gran sabiduría, no sólo en el lenguaje académico, sino como sujeto pensante y andante. El ron de palitos era la manera como sincronizaba los saberes y lenguajes para sanar y sanarse.

 

Desde su dimensión espiritual, inspiró la vida de comunidades rurales y urbanas de muchos territorios en la región Caribe, especialmente en el departamento de Córdoba. Realizó expediciones con científicos e investigadores para caracterizar la diversidad ambiental del río Sinú, impartió cátedras de forma gratuita y libre en seminarios, colegios, organizaciones sociales, universidades, entre otros. Siempre dispuesto a extenderse para ayudar a los demás y prudente al saber alejarse cuando nos tocaba por cuenta propia volar.

 

A Dios la gloria y la honra por bendecirnos con su vida y ejemplo. Abrazo al cielo, desde siempre.

 

Texto escrito para honrar la memoria de ALONSO BENJAMÍN SEGURA DELGADO.

 

Santa Cruz de Lorica, abril 7 de 2023. 7:53 p.m.

2 comentarios

  1. Edis Isabel Avila Núñez

    Cada palabra expresada es un homenaje al ser humano que hizo de su vida y su obra, una escuela viva y abierta para todos . Hizo un gran discipulado en el territorio sunuano desde el humanismo académico.

  2. Es fascinante cómo Alonso Segura logró inspirar a tantos estudiantes con su visión y dedicación. Su enfoque humanista y ambientalista dejó una huella profunda en la formación de una generación integral. La pasión que demostraba por la literatura y el conocimiento era contagiosa y motivadora. Su biblioteca personal era un tesoro que compartía generosamente con quienes lo rodeaban. ¿Cómo logró Alonso Segura mantener ese espíritu de servicio y enseñanza incluso después de su jubilación?

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