Por Andrés López Acosta
Al ver tu interior quedó en manifiesto la robustez de tu contextura, posiblemente derivado del maltrato del tiempo o del mismo peso de tu fortuna. Tu cubierta presenta grietas y ranuras pronunciadas, pues tú árida alma ni una gota tocaba, así tú sueño en anhelos quedaba.
Tu cuerpo está seco, manchado de barro hasta las entrañas. Tu esencia se perdió con el tiempo y de ti ni una fragancia quedaba. Aunque con diferentes capas tratas de proteger tu corazón (semilla) tu fragilidad te gana y a pedazos tu voluntad se apaga o por lo menos eso pensabas.
O triste endocarpio ovalado, aparentemente fallaste queriendo sobresalir entre los demás, pues tú pronta partida no te permitió tu grandeza explotar.
De tu triste destino puedo deducir una cosa: tuviste la oportunidad de renacer, pero tú entorno no te ayudó y encadenado a este, lentamente tu historia murió.
O eso parecía, ¿creíste que era tu final? Pues no. A pesar de tu fragilidad, muy dentro de tu interior debes buscar y la llama de la vida hacer destellar, pues tu radícula aún tiene un color vivo, así deben ser tus esperanzas.
Sin darte cuenta protegiste tu corazón (semilla), aunque creíste lo contrario, ahora con emoción florece y demuestranos tu vigor.